Todo lo que debes saber sobre los irrigadores bucales
¿Qué es la irrigación bucal?

Se trata de algo que podemos explicar de forma sencilla, consiste en aplicar un chorro de agua a presión directamente en nuestras encías, dientes, lengua y en general en todos los lugares cuyo acceso es difícil, esto favorece la eliminación de las bacterias existentes en nuestra cavidad bucal. También es posible aplicar el colutorio bucal que estemos utilizando en lugar de agua.

Los irrigadores bucales son perfectos para mantener una correcta higiene bucodental, aunque son imprescindibles sobre todo para aquellas personas con brackets, implantes y/o con zonas de difícil acceso.

¿Qué beneficios nos aporta un irrigador bucal?

  • Reduce el sangrado y la gingivitis: Limpia y acaba con la suciedad que se ha depositado en las zonas más profundas de nuestra boca y por debajo del margen gingival.
  • Reduce la inflamación de las encías: Elimina las bacterias potencialmente patógenas y masajea el tejido gingival evitando que se irrite.
  • Es un 90% más eficaz que la seda dental: Elimina todos los agentes patógenos y previene la aparición de enfermedades.
  • Implacable incluso con la placa Subgingival: Llega al 90% de profundidad una bolsa periodontal de hasta 6 milímetros.
¿Los irrigadores bucales están a la venta o solo son de uso profesional?

Si, hoy en día no sólo existen ejemplares para el uso de dentistas profesionales. En Farma 13 tenemos a tu disposición una gran variedad de ejemplares con distintas características, accesorios y métodos de uso, dependiendo de tus necesidades personales.

 

¿Qué debo saber antes de comprar un irrigador bucal?

  • El uso que le vamos a dar: Si es para casa o lo necesitamos fuera de ella. De ser así, existe el irrigador dental portátil cuyas dimensiones son similares a las de un cepillo eléctrico. Recargables mediante USB e ideales para no descuidar la higiene bucal en cualquiera de los casos.
  • Volumen del depósito: Si no se trata de un irrigador portátil, el tamaño del depósito quizá no sea un dato relevante a la hora de elegir nuestro producto pero, si queremos comprar un irrigador bucal portátil para disponer de él en el trabajo, llevárselo de viaje etc, sí que deberíamos tener en cuenta su volumen y encontrar una medida ideal entre un mínimo de capacidad para una limpieza completa y un tamaño que no sea demasiado grande e incómodo para llevar en nuestro equipaje.
  • Tamaño: Complementando el punto anterior, en el caso de un irrigador bucal profesional (de sobremesa) es importante tener en cuenta el tamaño total del aparato, ya que éste se supone que permanecerá en algún lugar del aseo listo y al alcance para su uso. Excederse en su tamaño y no tener en cuenta cuál será su ubicación en el aseo puede suponer que nos veamos obligados a tener el irrigador guardado y tener que sacarlo y guardarlo en cada uso, algo que podría causar desidia y/o pereza…
  • Baterías y toma de corriente: Un irrigador bucal profesional tendrá que enchufar a la corriente eléctrica de nuestra casa. Es por eso que antes de comprar un irrigador tendremos que verificar la proximidad de enchufes al lugar donde pondremos nuestro aparato y que en ese lugar cabe… de ahí la importancia del tamaño. En el caso de los irrigadores portátiles, disponen de una batería recargable cuya capacidad (en miliamperios) habrá que tener en cuenta para garantizar un mínimo de usos entre recargas.
  • Niveles de intensidad: Es muy importante que la potencia del chorro de agua pueda regularse ya que no todos tenemos la misma sensibilidad en los dientes y encías. En los primeros usos tendremos que poner una intensidad baja e ir aumentando según nuestras necesidades, evitando el exceso del sangrado de las encías, posibles dolores en caso de muelas picadas etc. Por otra parte, no se debe aplicar la misma presión de agua cuando se usa un cabezal para incidir en los dientes, que para las encías y la placa subgingival.
  • Material del que está hecho: En la mayoría de los casos el material utilizado es de plástico, sin embargo no hay que descuidar la calidad de los materiales, la estanqueidad del depósito, su diseño etc. En el caso de un irrigador dental profesional, debe presentar una cierta solidez evitando esa sensación de haberlo comprado en la típica tienda de chinos… Lo mismo pasa con los irrigadores portátiles aunque en este caso si se pretende utilizar viajando sería recomendable que se tratara de un ejemplar ligero y cómodo para evitar prescindir de él a la hora de armar el neceser de viaje. En cualquiera de los casos es recomendable que el producto venga con su garantía.
  • Boquillas y compatibilidad: Existen varias marcas y modelos de irrigadores bucales y cada una de ellas ofrece una gran variedad de boquillas. Es conveniente asegurarse de la compatibilidad entre ellos. Normalmente cada producto ya tiene incluidas sus boquillas pero podría darse el caso de que un irrigador dental de sobremesa quisiera utilizarlo una familia. Sería conveniente que cada miembro tuviera sus propias boquillas y para ello lo ideal es adquirirlas de la misma marca y para el mismo modelo. Por otra parte cada boquilla tiene un uso en concreto y se usará en zonas distintas de nuestra boca, siendo diferente la boquilla que se usa para limpiar la lengua a la que se usa para encías o placas subgingivales.
¿Cómo se usa un irrigador bucal?

Lo primero que hay que hacer es saber qué boquilla necesitamos ya que no todas sirven para lo mismo, ni todos tenemos las mismas necesidades. Sabiendo que boquilla queremos utilizar, deberemos colocarla en la cánula del irrigador.

Ahora sería el momento de rellenar el depósito de agua. Para ello, seleccionaremos el nivel de presión que queremos para el chorro de agua y el modo de lavado, dependiendo del modelo y el irrigador que tengamos, estos serán unos u otros.

Nos colocaremos sobre el lavabo para no encharcar todo con el agua que se va desprendiendo de nuestra boca.

A continuación, pondremos el irrigador dental en un ángulo de 90 grados respecto a nuestros dientes y encías, y lo pondremos en marcha.

Con la presión de agua saliendo, comenzaremos a recorrer nuestros dientes, encías y espacios interdentales, repasando aquellas zonas donde sabemos que se nos suele acumular restos de comida.

Una vez finalizado el irrigador bucal, apagaremos el irrigador, quitaremos la boquilla y vaciamos el depósito de agua sobrante en caso de que fuera necesario.

Por último, limpiamos el irrigador y lo colocamos en su sitio, para nuestros próximos usos.

¡Alucinarás con el resultado, sentirás tu boca y tus dientes tan limpios y sanos, que parecerá que acabas de salir de visitar a tu odontólogo! ¡Consigue la higiene bucodental como lo haría un profesional!
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